Saramago, el viaje del elefante

“Reconózcase, ahora, que un cierto tono irónico y displicente introducido en estas páginas cada vez que de austria y de sus naturales tuvimos que hablar fue no sólo agresivo, sino claramente injusto. No es que fuera ésa nuestra intención, pero ya sabemos que, en estas cosas de la escritura, no es infrecuente que una palabra tire de otra sólo por lo bien que suenan juntas, sacrificando así muchas veces el respeto por la liviandad, la ética por la estética, si caben en un discurso como éste tan solemnes conceptos, y para colmo sin provecho para nadie. Por esas cosas y por otras es por lo que, casi sin darnos cuenta, vamos haciendo tantos enemigos en la vida”