Cuchulain de Muirthemne

Por aquel tiempo vino un día la Morrigu a ver si le curaba sus heridas, porque sólo por su propia mano se podían curar las que él hacía. Y tomó la apariencia de una vieja que estaba ordeñando una vaca con tres ubres. Pasaba por allí Cuchulain, y tuvo sed; y le pidió de beber, y ella le dio la leche de una ubre. «A la salud de quien lo da», dijo él, y con eso se le curó a ella el ojo herido. Después le dio leche de otra ubre, y él dijo las mismas palabras; y después le dio la leche de la tercera ubre. «Toda la bendición de los dioses, y de la gente del arado, sea sobre ti», dijo él. Y con eso sanaron todas las heridas de la Gran Reina.