Después de dejar Viena, y mucho antes de llegar a Budapest, el Danubio entra en una región de singular soledad y desolación donde sus aguas se dispersan por todos lados sin que exista un canal central, la región se torna en un pantano por millas y millas, cubierto por un vasto mar de bajos arbustos de sauce. En los grandes mapas, esta región está pintada de un azul pálido, que se torna cada vez más desvaído a medida que abandona los bancos; y sobre todo esto puede verse la palabra Sumpfe: marjales
