Nuestro acercamiento será, en tanto y cuanto sea posible, escéptico, histórico y descriptivo; y donde nos falle la historia y aparezca alguna otra cosa, como en un espejo, oscuramente, indicaremos las conjeturas meditadas de las máximas autoridades en la materia y dejaremos el resto en silencio, reconociendo que en ese silencio pueden estar durmiendo no sólo el grito de la jungla del Driopiteco, sino también una melodía supernormal, que quizá no se ha de oír en otro millón de años
Campbell, Mitología Primitiva
el concepto de las señales estímulo como liberadoras de energía y directoras de la imagen clarifica la diferencia entre la metáfora literaria, que va dirigida al intelecto, y la mitología, que va dirigida ante todo a los mecanismos excitatorios centrales (MsEC) y a los mecanismos innatos de liberación (MsIL) de toda la persona. Según este punto de vista, una mitología operativa se puede definir como un corpus de señales estímulo sostenidas culturalmente, que fomentan el desarrollo y la activación de un tipo específico, o constelación de tipos, de vida humana.
Campbell, Mitología Primitiva
Cuando Housman escribe que «la poesía no es la cosa dicha, sino una forma de decirla», y cuando vuelve a afirmar «que el intelecto no es la fuente de la poesía, que éste puede estorbar su producción, y que ni siquiera se puede confiar que la reconozca cuando se produce» [10], no está más que reiterando y formulando lúcidamente el primer axioma de todo arte creativo, ya sea en poesía, música, danza, arquitectura, pintura o escultura—, que es, a saber, que el arte no es, como la ciencia, una lógica de referencias, sino una liberación de la referencia y una traducción de la experiencia inmediata: una presentación de formas, imágenes o ideas de tal manera que comunicarán, no principalmente un pensamiento o incluso un sentimiento, sino un impacto.
Campbell, Mitología Primitiva
De aquí las figuras guardianas que están a ambos lados de las entradas a los lugares sagrados: leones, toros o terribles guerreros con espadas desenvainadas. Están allí para impedir la entrada a los «aguafiestas», a los defensores de la lógica aristotélica, para quienes A nunca puede ser B; para los que el actor nunca ha de abandonarse a su papel, para quienes la máscara, la imagen, la hostia consagrada, el árbol o el animal no pueden convertirse en Dios, sino sólo aludirlo. Tales graves pensadores han de quedarse fuera, pues lo que se intenta al entrar en un santuario o al participar en un festival es ser alcanzado por el estado conocido en India como «la otra mente» (en sánscrito anya-manas: mente ausente, posesión por un espíritu), donde uno está más allá de sí mismo, embelesado, apartado de la propia lógica de autoposesión y dominado por la fuerza de una lógica de indiferenciación, donde A es B y C también es B.
Citando a Hizinga, Homo Ludens
Campbell, Mitología Primitiva
Los gentiles, «los aguafiestas», los positivistas que no pueden o no quieren jugar, deben ser mantenidos aparte.
Citando a Hizinga, Homo Ludens
Campbell, Mitología Primitiva
«Considerando todo el conjunto de la llamada cultura primitiva como una esfera de juego», sugiere Huizinga como conclusión, «preparamos el camino para un entendimiento de sus peculiaridades más directo y más general que el que permitiría cualquier análisis meticuloso psicológico o sociológico» [6]. Y estoy de acuerdo de todo corazón con este juicio, añadiendo únicamente que deberíamos extender la consideración a todo el campo de nuestro tema presente
Citando a Hizinga, Homo Ludens
Campbell, Mitología Primitiva
«Que yo sepa, etnólogos y antropólogos coinciden en la opinión de que la actitud mental con que se celebran las grandes fiestas religiosas de los salvajes no es una de ilusión completa, hay una conciencia sobreentendida de que las cosas no son reales»
Citando a Hizinga, Homo Ludens
Campbell, La Historia del Grial
Pues, como dice James Joyce en Finnegans Wake: «tan imposibles como son todos estos hechos, resultan tan probables como aquellos que pueden haber sucedido o como cualesquiera otros que nunca nadie pensó que pudieran ocurrir».
Campbell, La Historia del Grial
A la rústica forma de una deidad salvaje no le sienta bien una sotana.
Campbell, La Historia del Grial
Si recordamos que la festividad de San Jorge en abril ha reemplazado a la antigua festividad pagana de la Parilia, que la de San Juan Bautista en junio ha sucedido a una festividad pagana del agua celebrada a mitad de verano, que la de la Asunción de la Virgen en agosto ha desbancado a la festividad de Diana, que la de Todos los Santos en noviembre es una prolongación de una antigua festividad pagana de los muertos y que la Natividad de Cristo fue asignada al solsticio de invierno en diciembre porque se consideraba que ese día era la Natividad del Sol, difícilmente puede tachársenos de temerarios o exagerados si conjeturamos que la otra festividad cardinal de la Iglesia cristiana —la solemnización de la Pascua— pudo haber sido adaptada, del mismo modo y por motivos similares de edificación, a una celebración análoga del dios frigio Atis en el equinoccio de primavera.
Citando a Frazer, la Rama Dorada
