– Minhas roupas são de outro planeta – disse ele -, mas infelizmente são as únicas de que disponho
Asimov, Preludio da Fundação
projetaram nenhuma sombra sobre eles, porque a luz do dia era suave e uniformemente distribuída; foi apenas um movimento que Seldon percebeu com o canto do olho, e que no mesmo instante se interrompeu
Asimov, Preludio da Fundação
Se comprovarmos que ele é um joão-ninguém, teremos perdido apenas um pouco do nosso tempo, e nada mais.
Asimov, Preludio da Fundação
Vinte e cinco milhões de mundos habitados, cada qual com um bilhão ou mais de habitantes
Holdstock, Lavondyss
He detectado claros flujos de energía mitopoética en el córtex: las formas mitago se generan en el hemisferio derecho, y su realidad, en el izquierdo. Pero ¿cuál es la zona de génesis del premitago? WJ cree que se generan en las profundidades del tronco encefálico, la parte más primitiva de la estructura mitogénica. Pero, cuando induce mitogénesis en el bosque, hay actividad en el cerebelo. El instrumental del que disponemos es demasiado burdo. Quizá no estemos midiendo la energía psíquica correcta».
Holdstock, Lavondyss
—Ahora está lejos de mí —explicó—. No sé por cuánto tiempo. Lo vi al pie del roble. Es un camino hundido. Me refiero al roble. Un lugar donde hay visiones. Ya sabe, un lugar desde el que se ve el otro mundo. Así que, claro, él no pertenece a nuestro mundo. Estaba muy malherido. Debió de vivir hace siglos. Las cornejas intentaban llegar a él, pero las espanté. Convertí ese lugar en la Tierra del Espíritu del Ave, y eso las habrá enfurecido. Pero luego vinieron las viejas. Me parece que no son las figuras encapuchadas y enmascaradas que rondan el bosque. Esas son mitagos. Aquellas viejas formaban parte de la visión. Vinieron y se lo llevaron en un carro horrible lleno de cabezas, brazos y piernas colgados. Creí que iban a despedazarlo, pero resultó que eran amigas suyas. Quemaron su cuerpo en una pira. Su espíritu no, claro. Su espíritu se habrá ido a través de su propio camino hundido y puedo ir a buscarlo. Pero entonces… salió una mujer. Vino del bosque, toda pintada de arcilla y gritando. Cabalgó alrededor de las llamas. Estaba muy triste, así que seguramente era su amada, en cuyo caso ¿quién soy yo? ¿Qué soy yo? No puede tener dos amadas. Eso no estaría bien. Y, mientras estaba pensando en eso, el camino hundido se cerró y el árbol volvió a ser un árbol. Pero sentí que tenía que cantar para él, para hacerle saber que quiero amarlo un día, pero que todavía soy muy pequeña para seguirlo. Además, mi hermano Harry está en el bosque, y he prometido que iré a buscarlo también a él. Pero no puedo buscarlos a los dos, así que no sé qué hacer…
Se secó las lágrimas y respiró hondo, y miró al señor Williams, que seguía sentado en un silencio perplejo y absoluto. Los granjeros que lo rodeaban la miraban atónitos.
Por fin, con un arqueo ligerísimo de cejas, el señor Williams tomó aliento y dijo, en voz muy baja:
—Bueno, claro, eso lo explica todo.
Holdstock, Lavondyss
En medio de la noche veraniega comenzó a soplar un invierno antiquísimo. Al principio solo fue una brisa fría, el olor estimulante de la nieve; luego llegó el sonido: el fragor de una tormenta. Después, la sensación, el toque gélido en el rostro de un copo de nieve procedente de un tiempo perdido diez mil años antes, eternamente olvidado. Los copos llegaban desde el otro mundo como pétalos helados que el húmedo calor de la noche de agosto destruía al instante
ANTELA, a lagoa
Harari, 21 lecciones para el siglo XXI
Nos hallamos todavía en el momento nihilista de la desilusión y la indignación, después de que la gente haya perdido la fe en los relatos antiguos, pero antes de que haya adoptado uno nuevo. Y entonces ¿qué hay que hacer? El primer paso es bajar el tono de las profecías del desastre, y pasar del modo de pánico al de perplejidad. El pánico es una forma de arrogancia. Proviene de la sensación petulante de que uno sabe exactamente hacia dónde se dirige el mundo: cuesta abajo. La perplejidad es más humilde y, por tanto, más perspicaz. Si el lector tiene ganas de correr por la calle gritando: «¡Se nos viene encima el apocalipsis!», pruebe a decirse: «No, no es eso. Lo cierto es que no entiendo lo que está ocurriendo en el mundo».
Harari, 21 lecciones para el siglo XXI
A menos que nos contentemos con confiar el futuro de la vida a la merced de informes trimestrales de ingresos, necesitamos una idea clara sobre el sentido de la vida.