Todo Conan el Bárbaro – Björn Nyberg Andrew Offutt

agachado delante del muchacho, sostenía un objeto parecido a una gaita en la mano. Se lo llevó a los labios y al parecer sopló, aunque Conan no oyó ningún sonido. Pero el joven zingario oyó o sintió algo. Tembló y se retorció como si estuviera agonizando; había una cierta regularidad y un ritmo en la convulsión de sus miembros. Las convulsiones dieron paso a violentas sacudidas y luego a movimientos regulares. El joven comenzó a bailar de la misma forma en que lo hacían las cobras bajo la flauta del faquir. En la extraña danza había un cierto abandono carente de gozo y desagradable a la vista. Era como si la muda melodía de las invisibles gaitas tocara el fondo del alma del joven con dedos lascivos y le arrancara toda expresión involuntaria de su secreta pasión por medio de una tortura brutal. Era como contemplar un alma completamente desnuda con todos sus oscuros y vergonzosos secretos al descubierto.