Yeats, El crepusculo celta

Le pregunté qué estaba haciendo y me enteré de que era dependiente en una gran tienda. Sin embargo, lo que le gustaba era pasear por las colinas, hablando con campesinos medio locos y visionarios, o convencer a personas extrañas y con mala conciencia para que le confiaran sus tribulaciones. Otra noche, estando yo con él en su pensión, se presentó más de uno para hablar de sus creencias e incredulidades, y para iluminarlas, por así decirlo, a la luz sutil de su mente. A veces, mientras habla con ellos, le llegan visiones, y se rumorea que ha relatado a varias personas asuntos reales de su pasado y de amigos distantes, y que las dejó mudas de pavor ante su extraño maestro, que aparenta ser poco más que un muchacho y es mucho más astuto que los más ancianos