Cuentan que el rey mismo, al consultar los comentarios de Numa, descubrió allí unos sacrificios secretos en honor de Júpiter Elicio y se ocultó para celebrarlos; pero que no se atuvo al ritual en los preparativos o en la celebración del sacrificio, y no sólo no tuvo ninguna aparición celestial, sino que la cólera de Júpiter, irritado por la falta de escrupulosidad religiosa, lo alcanzó con su rayo y lo abrasó junto con su palacio