Frazer, La Rama Dorada

todavía a mitad del siglo XIX se acostumbraba ahorcar al rey que había dejado de ser querido. Sus familiares y ministros se congregaban a su alrededor para proclamar que, en vista de que no era más del agrado de los hombres, las mujeres, los burros, los bueyes y las aves del país, lo mejor era que muriera