Julio Cesar

Yo os conjuro, en nombre de la hermosura que en algún tiempo se me ponderaba, por vuestras protestas de amor y aquel solemne juramento que nos incorporó, haciendo de los dos uno solo, que me confiéis a mí, que soy vos mismo, vuestra mitad, por qué estáis tan triste y qué hombres fueron los que se dirigieron a vos esta noche, pues había seis o siete que ocultaban sus rostros aún a la misma oscuridad.
En el contrato de matrimonio, decidme, Bruto, ¿se estipuló que ignorase yo secretos que os concerniesen? ¿Soy yo vos mismo, pero con ciertas restricciones, como acompañaros a la mesa, compartir vuestro tálamo y hablaros tal cual vez? ¿No hay lugar para mí sino en los arrabales de vuestra buena condescendencia? Sí no soy más que eso, Porcia es la querida de Bruto, no su mujer