Silverberg, Gilgamesh rey

antes vasos de alabastro ni plata resplandeciente, que agradan a los hombres, que tu tejado se llene de goteras y no haya carpintero que las tape, que los perros salvajes se instalen en tu dormitorio[250], que las lechuzas aniden en tu sobrado, que los borrachos te vomiten encima, que la pared de una taberna sea tu lugar de trabajo, que vayas vestida con andrajos y ropa interior mugrienta, que las esposas indignadas te demanden, que las espinas y las zarzas derramen la sangre de tus pies, que los jóvenes se burlen de ti y la muchedumbre te escarnezca cuando pases por las calles[251